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El Card. Ouellet: ‘En el papa Francisco tenemos un claro ejemplo de jerarquía y carisma’

(ZENIT- Ciudad del Vaticano).- El cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos, explicó hoy en la sala de prensa del Vaticano, la carta Iuvenescit Ecclesia, realizada por la Congregación de la Doctrina de la Fe y dirigida a los obispos de la Iglesia católica.

Señaló que existe un reconocimiento inconfundible de la importancia de los carismas en la vida y misión de Iglesia, los cuales hacen nacer nuevas realidades eclesiales que deben trabajar y relacionarse con la jerarquía.

O sea, más allá de cualquier estéril contraposición o independentismo se trata de favorecer una ordenada comunión, relación y sinergia, en vista de un renovado plan misionero.

Y concluyó con la siguiente frase: “Si alguien dudara aún de la importancia de la dimensión carismática en la Iglesia, lo invito a reflexionar sobre el hecho que cincuenta años después del Concilio Vaticano II, el Espíritu Santo y los cardenales han elegido a un pastor supremo que proviene del ámbito carismático de la Iglesia”.

ZENIT preguntó al cardenal sobre esta frase, porque el Santo Padre es jesuita pero algunas de las nuevas realidades parecen ser menos integradas en la estructura eclesial. El cardenal explicó justamente como en el actual Pontífice se armonizan bien las dos realidades, las cuales no se contraponen sino que se armonizan.

“El ejemplo es el papa Francisco, que es carismático y jerárquico” dijo. Y añadió que “la Compañía de Jesús es fundamentalmente un carisma, carisma misionero que es ejercitado por sacerdotes pero también por hermanos y laicos”. “Porque la parte carismática, como he subrayado, es la que surge de la profesión y de los consejos evangélicos, o sea de la ‘sequela christi’ (del seguir a Cristo). Esta es fundamentalmente la dimensión carismática pero que tomó también familias, movimientos y asociaciones”.

“Por lo tanto aquí hay una síntesis feliz de esta fuerza del carisma, de esta capacidad de discernir el espíritu con un carisma experimentado por mucho tiempo en la vida, y de estar en posición jerárquica para ejercitar aplicando también la sabiduría heredada por su formación”.

Concluida la conferencia, ZENIT le preguntó por qué la carta va dirigida a los obispos y no también a los movimientos o nuevas realidades, a lo que el purpurado explicó:

“Esto es reconocer el rol de los obispos en la Iglesia, porque como ellos son los jefes de las Iglesias locales tienen que cuidar bien todos los dones que existen: el servicio de los sacerdotes, los movimientos, las congregaciones religiosas, todo esto”.

Señaló además que “el obispo tienen el ministerio de la unidad y tiene que estar atento a los dones del Espíritu, dones que él no tiene que apagar sino reconocer, estimular e integrar en la misión de la Iglesia”.

“Por ello al hablar de dones jerárquicos y dones carismáticos como una coexistencia –prosiguió el purpurado– no significa nivelar, o sea que los religiosos tienen la misma autoridad del obispo”. Porque “ellos tienen su carisma el cual tiene que ser puesto a disposición en la Iglesia local, de la cual el obispo tienen la primera responsabilidad


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